lunes, 15 de abril de 2013

¡¡Arriba con ella!!

Cinco años hace que no la piso y sigo teniendo pena.

Aquí estoy tirada en el sofá comiendo aceitunas y bebiendo 7Up. Compadeciéndome de mí misma por no tener manzanilla para hacer un rebujito.

Tener un puzzle de Nueva York a medio hacer ni me ayuda ni me entretiene. Quiero estar entre farolillos y albero, no entre ingleses blancos, pecosos y borrachos.

Si lo pienso con calma, la feria nunca se ha portado bien conmigo, por lo que no debería tener tantas ganas de volver pero es que... ¡¡¡echo de menos estar una semana sufriendo!!! Todo el que me conoce sabe que la feria y yo no nos llevamos bien. Siempre, SIEMPRE, me pasa algo.

Recuerdo un año en el que me pasé la semana entera limpiándome las lágrimas que me caían sin sentido del ojo izquierdo. En las fotos estoy preciosa, con un orzuelo en el ojo y el pañuelito en la mano.

Otro año me caí al bajar del autobús la noche del pescaito (para los que no sepan que es, es la noche que empieza la feria, la noche del alumbrao) y me doblé el pie. Me pasé toda la semana cojeando.

Pero creo que la feria que todos mis amigos recuerdan, y nunca olvidarán, es la feria en la que creo que quedé estéril... Había una pelea en la caseta de al lado, como siempre, y yo, bajo los efectos del alcohol, decidí subirme a una silla para ver mejor, porque claro, no me podía meter en la caseta y quitarme de en medio, ¡¡no!! Yo tenía que saber, de primera mano, que es lo que pasaba.

El problema fue que no me fijé en que la silla era una de esas que se plegaban, y al poner un pie en dicha silla y otro en la barandilla de la caseta, la silla se plegó y me caí con la mala suerte que me clavé el respaldo en mis partes intimas.

Lloré, lloré mucho mientras mis amigos se reían. Sólo quería irme a mi casa, ponerme pomadita y acostarme. ¿Pero quién se va a casa a las 12 de la noche un jueves de feria? NADIE. Después de llorar, reír (sólo porque todos los demás lo hacían y a mi se me pegaba, claro) y gritar "me duele el coño" conseguí que un par de amigos me secundaran y quisieran irse a casa. Problema: obviamente, también estaban borrachos. Su idea de ir a casa sin dolor fue que yo me sentara en una silla y así ellos poder llevarme a hombros como si de la Macarena se tratara, pero nunca os fiéis de dos borrachos feriantes: os dejarán caer. Y dolerá. Dolerá mucho.

Estoy cien por cien segura, que aún hoy, después de tantos años, si todo el mundo se callara en el recinto ferial, se oiría el eco de: ¡¡Me duele el coño, coño, oño....!!

2 comentarios:

  1. hooooooooooostión, ¡¡¡que dolor!!!!!mataría por ver ese momentazo y luego cuando te llevaron a hombros otra vez al suelo... lo repites todo para mí porfa????????? jajaja buenísima la historia ^^

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  2. auch! que mala suerte aunque alégrate de no ser un tío porque entonces si que te hubieras jodio de verdad!

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