miércoles, 13 de noviembre de 2013

Mi jefe, mi amigo.

Mi jefe es un tipo guay. Lo sé, suena a tópico, y sí, lo sé, yo misma sueno un poco a narradora de tipica pelicula americana llena de tontas rubias y posiblemente protagonizada por Hanna Montana, pero no el putón verbenero en el que se ha convertido, la otra Hanna.

A lo que iba, tener un jefe guay no es tan fácil como parece. Sí, todos te sonríen mucho al principio, y sí, todos te dicen que para cualquier problema la puerta de su despacho está abierta pero, ¿Cuántas de esas veces sienten de verdad lo que dicen? Pocas. Estoy casi segura que muy pocas.

Pues el mío lo dice de verdad, aunque bueno, no lo dice siquiera ya que no tiene despacho porque, palabras suyas, le gusta rodearse de la "mierda". Es muy agradable él. Es tan guay mi jefe que hoy he ido a pedirle referencias para un futuro y me ha dicho: ¿Qué voy a decir de ti? Pseee, eres graciosa y agradable supongo, pero siempre estás enfadada. Si llueve porque llueve y te mojas y odias la lluvia, si hace sol porque hace sol y quieres estar en la playa, si estamos liados porque hay mucha gente y con la crisis que hay no tienes ni idea de por qué están gastando un dinero que no tienen, si no hay nada que hacer que hay que ver que estás aburrida y harta de limpiar... ¿Qué quieres que escriba aparte de que eres como un grano en el culo? Yo no he podido replicar, claro, ha dado en el clavo.

Lo que yo os diga, un jefe agradabilísimo al que voy a echar de menos... No sólo dice esas lindezas sobre mi, no, también nos trata con amor. Si le dices que te haga un café te dice que te jodan, si le preguntas que si puedes tener la tarde libre... Pues imaginaros, te manda al carajo. 

La verdad es que no es siempre así, también es un jefe de esos que si derramas un bote entero de barniz en la pared recién pintada 5 horas antes de reabrir el hotel... no te echa. Si se te cae una caja con 6 botellas de vino tinto, las rompes todas y se queda una mancha en la moqueta del bar 5 minutos antes de reabrir el hotel... no te echa. Si eres una malhablada y te denuncian por "acoso en el entorno laboral"... no solo no te echa, sino que se gasta una pasta en abogados, te lleva y te recoge del juicio y te invita a comer mientras espera contigo el veredicto

¿A que todos me tenéis envidia? Sé que sí.

Querido futuro jefe: Aprende de él.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Hoy me siento rara.

Hoy me siento rara, de hecho, me siento muy rara. No sé si será el miedo a volver a casa, o el aburrimiento, o que llevo todo el día encerrada en el piso con la calefacción a toda hostia y a lo mejor estoy respirando algún gas que no debería, pero me siento rara. 

Primero he pensado que podría deberse a la postura en la que me encontraba, que no estaba cómoda, pero me he colocado diferente y sigo sintiéndome rara. Vale, confieso, me molesta la papada, eso es lo que me pasa. ¿Acaso he engordado 140 kg sólo unas semanas antes de volver a Sevilla? No es imposible, pero si improbable, ¡Pero si no tengo un duro para comida! ¿Y si es verdad lo que dice mi amiga y estoy enferma? ¿Enfermedad de cama? ¿Será grave? ¿Voy a morir? Lo buscaré en google... Pero lo dicho... Me siento rara.

Como muchos sabréis he decidido volver a España. Al carajo los ingleses, el fish and chips, el té y su puta madre. Al carajo la lluvia todos los días, el frío, el viento y el cielo gris. Al carajo el u alright? El Thank you y el please. ¡Me voy a mi casa! Y obviamente eso es lo que me hace sentirme como me siento (me niego a creer que soy una gorda tan enorme a la que su papada le hace la vida imposible).

¿Y si no encuentro un trabajo? ¿Y si, a dos semanas de cumplir los 30, me tengo que quedar a vivir para siempre con mis padres? Para siempre es mucho tiempo... Pero, ¿Y si no tengo la oportunidad de volver a trabajar y de tener dinero para comprarme cosas que no necesito? Creo que estoy hiperventilando (y no imperbentilando como se me ocurrió escribir un día). 

Está a punto de terminar un capítulo de mi vida y empezar uno nuevo, y aunque cagada hasta las pestañas, estoy ilusionada. Ilusionada de volver, ilusionada de tener nuevas cosas que contar e ilusionada por volver a pedirle la paga a mi padre.

Señoras y señores, vuelvo a la ciudad mas hermosa del mundo (o eso creen los sevillanos)