domingo, 10 de febrero de 2013

La cola de los tristes

- Yo estudié arquitectura en EEUU y estuve allí un total de nueve años, por lo que mi inglés es perfecto. Me voy a alojar en un hotel los primeros 10 días, hasta que encuentre trabajo....

Eso decía el chico que tenía delante en la cola de facturación el día que tuve que volver a Guirilandia. Se lo contaba a una chica de no más de 25 años con los ojos hinchados y el rímel corrido. Ella estudió farmacia, o eso contaba, y trabajaba en el KFC de un pueblecito inglés.

El chico que tenía detrás volaba por primera vez. Sus padres lo acompañaban hasta el último centímetro del aeropuerto al que se está permitido acompañar. Iba a probar suerte y era la primera vez que volaba. Nervios a flor de piel, pero contento con la experiencia. Aunque él iba con ganas, el adiós se le hizo difícil.

Ya dentro de la terminal había dos chicas haciendo las últimas llamadas de teléfono. "De lo que me salga" decía una de ellas a quien la escuchaba al otro lado del aparato. La otra... La otra sólo lloraba.

Es triste ver los ojos llorosos de los que se van por primera vez, pero más triste es haber dejado de llorar por irte, ya que para algunos de nosotros se ha convertido en una rutina; una simple sonrisa de medio lado, un beso y un hasta pronto.

Y mientras miro a los pasajeros del avión que me vuelve a llevar lejos de los míos sólo me queda esperar. Esperar la llamada en la que me digan que es hora de volver a casa.

...O esperar un milagro, como dicen algunos.

           

2 comentarios:

  1. Pues ojalá que llegue esa llamada pronto, si no de todas formas no descarto que un día te extraditen como la mayor ladrona de gatos... jaja

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  2. Deseo que llegue pronto ese día, un beso enorme.

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